KOKA
ENRIQUE
Seguro que
todos hemos oído, eso de: “Hay quien come para vivir y quien vive para comer”;
pues bien, si esa frase la aplicamos a Enrique la frase sería: “Enrique come
para vivir y vive para el futbol”. Ni yo ni nadie que lo conocemos bien podemos
imaginárnoslo sin el fútbol, nunca se sacia. Todos sus mejores amigos están
relacionados, de una u otra forma, con este deporte. La conversación, la
diversión, todo se hacía alrededor de este deporte y es conocido por toda la
comarca por su relación con este deporte. Una anécdota que él mismo me contó,
fue cuando se marchó de vacaciones a Santo Domingo y estando comiéndose una
langosta el camarero se le acerca y le dice qué tenía pinta de ser de La Canal
y él extrañado le dice que en qué lo ha notado y aquél le dice, simpáticamente:
“Cacho cabrón en la cantidad de patadas que me diste jugando en el Anna”, le
dijo su nombre lo reconoció y se abrazaron y hablaron de aquella época. Jugaba
en un equipo de un pueblo cerca de Gandía.
Enrique ha
pasado por todos los puestos desde juveniles y hasta que su maltrecha rodilla,
ya cumplidos los 60 años, le dijeron basta. En ese período jugó en juveniles
con el Olimpic, para pasar después al Enguera
y poco después venir al equipo de su pueblo Anna en el que además de jugar se encontró con los
que eran y han terminado siendo sus grandes amigos, entre los que me encuentro,
junto con su gran amigo de siempre Vicente García.
Enrique,
puede que muchos no lo sepan, se fue a trabajar a Marcol y vivía en Valencia,
como yo; su vida era ir de casa al
trabajo y del trabajo a casa, sólo se saltaba el ritual cuando había un partido
en Mestalla y con el bocata bajo el brazo, la salmuera que preparaba y, por
supuesto el caliqueño, nos íbamos al campo; lo de menos era el resultado lo mejor
el buen rato que pasábamos mientras comentábamos de todo lo que había acontecido
en la semana. Y así a esperar al viernes
para irse a entrenar y el domingo a jugar –bueno supongo que también Filin, la
novia de entonces y mujer actual, tendría también mucho que ver en este deseo-.
Cuando ya se
instala definitivamente en Anna, entrenar viernes y jugar domingo era muy poco,
por eso se hace organizador y entrenador de infantiles y juveniles. Cuando
acaba de jugador del Anna pasa a entrenar al equipo, pero a él lo que más le
gustaba era jugar, por eso se apunta a jugar con los veteranos los sábados,
algo muy poco para poder saciar sus ganas de pegarle al balón ( y a veces lo
que se presente junto al balón) por ello cuando se encuentra con su gran amigo del
Instituto y “alma mater” de los TEACHERS F.C., Emilio Sala, y ve la posibilidad
de poder acabar la semana de trabajo con un partido el viernes seguido de una
comida entre amigos se siente totalmente realizado y, desde entonces, se
convierte en uno fijo y dispuesto siempre a participar en todos los
acontecimientos que el club organiza y
colabora para que todo salga lo mejor posible. Los viajes a Inglaterra y
a Tenerife son recuerdos que permanecen
en su retina como uno de los buenos momentos porque Enrique como Borges piensa
que “en la vida se trata de tener
solamente buenos momentos porque de eso está
hecha la vida, solo de momentos; por ello no hay que perderse el ahora”.
Juan Hernández
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